Universidades que aprenden
No es lo mismo enseñar que aprender
Algo
muy paradójico es que las universidades son instituciones dedicadas al
aprendizaje de sus estudiantes… al mismo tiempo que tienen enormes dificultades
para aprender como colectividad. Son sistemas llenos de paradojas y
contradicciones, lo cual es parte de su riqueza pero también de sus grandes problemas.
¿Cuándo se puede decir que una universidad aprende?
Hay
aprendizaje organizacional cuando sus miembros tienen una experiencia que entienden
como un problema y deciden indagar al respecto. El punto clave radica en que no
lo hagan a título personal, sino a nombre de la colectividad. Por ejemplo,
cuando en una universidad sus académicos quieren hacer mejor una labor, como la
tutoría de sus estudiantes.
Una
indagación como ésta puede entenderse así: la estrecha relación del pensamiento
con la acción para resolver una duda. Es un concepto del filósofo John Dewey. Y
un problema, como la sorpresa que causa la aparición de algo diferente a lo
planeado, que detiene la actividad cotidiana. El objetivo de este tipo de
indagación es restablecer el flujo normal de las actividades de la colectividad.
Siguiendo con el ejemplo, los tutores pueden encontrar que sus estudiantes no
están siendo informados adecuadamente para retenerlos en la matrícula; esto
constituye un problema, uno que sorprende y preocupa. En definitiva, un error
organizacional, uno que requiere corrección.
Cuando
en una organización reina el clima adecuado los errores no son castigados, sino
que se entienden como oportunidades para responder con reflexión y acción
efectiva, proceso que cambia la manera en que la colectividad entiende la forma
de realizar su trabajo. Esta transformación en las ideas reestructura las
actividades para corregir el error sorpresivo, lo que necesariamente cambia la
forma cotidiana de comprender el trabajo.
Los
tutores referidos pueden reflexionar sobre el error para cambiar sus acciones,
y cuando lo hacen entienden de otra forma su trabajo. Pueden, por ejemplo,
darse cuenta de que se presentan a las sesiones de tutoría con un PowerPoint
larguísimo y muy aburrido, uno que no impacta el interés del estudiantado por
sus responsabilidades y derechos. Entonces buscan alternativas, por ejemplo, en
la tecnología educativa. Dicho de otra forma: los tutores aprendieron en lo
personal, lo que hizo aprender a toda la universidad.
Después
de un error corregido, la colectividad tiene otra visión de lo que hace. Y este
nuevo entendimiento afecta la manera individual de pensar y de actuar de todos
los integrantes de una organización. ¿Cómo sucede esto?
Lo que
ocurre es que la reflexión sobre la corrección del error no se queda en la
mente de un individuo ni en la mente de un grupo, sino que impacta el conocimiento
almacenado hasta entonces por toda la colectividad. Ese conocimiento se
encuentra en todos los mapas de trabajo, como los procesos de calidad dedicados
a la tutoría, en todas las memorias de la organización, como las bases de datos
estudiantiles, y en todos los programas, como son los de acompañamiento
estudiantil. Todo esto es conocimiento organizacional, producto del aprendizaje
de la colectividad.
Con
estos cambios, originados por la detección de un resultado sorprendente, se
echa a andar el aprendizaje personal de los miembros de una colectividad, pero
no para un fin personal sino para uno colectivo, lo que deja lecciones
aprendidas por la indagación. Así son las universidades que aprenden. Así
deberían ser todas las universidades.
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